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En su reportaje sobre la conferencia mundial contra las armas nucleares en Hiroshima, el autor se conmueve por los testimonios de los supervivientes de la explosión de 1945 y destaca su lucha por encontrar sentido en una vida destruida. El trabajo adquiere una dimensión de tratado de humanismo universal al cuestionar el impacto duradero de la catástrofe nuclear y provocar una reflexión sobre nuestras propias responsabilidades.
En agosto de 1963, el autor se dirigió a Hiroshima para hacer un reportaje sobre la novena conferencia mundial contra las armas nucleares. Oé se interesó de inmediato por los testimonios de los olvidados del 6 de agosto de 1945: ancianos condenados a la soledad, mujeres desfiguradas y, sobre todo, los médicos que luchaban contra los efectos tóxicos de la radiación. Oé vio en su heroísmo cotidiano, en su rechazo a sucumbir a la tentación del suicidio, la imagen misma de la dignidad. ¿Cómo otorgar sentido a una vida destruida? ¿Qué nos ha quedado de la catástrofe nuclear? ¿Quién podrá acabar con aquella parte de Hiroshima que todos llevamos dentro? Oé no da respuesta a ninguna de estas preguntas. Él sólo se interroga, y nos interroga. Y es así como su «reportaje» adquiere la dimensión de un tratado de humanismo de alcance universal. «Sus artículos nos permiten oír las voces de los supervivientes y nos describen su lucha contra las armas nucleares» (The New York Times Review). «Una crónica exacta y reflexiva que nos espanta pero también nos sirve de inspiración» (The Daily Telegraph).